domingo, 22 de marzo de 2009

Libre


“bicho de ciudad” cantan los Piojos, así me siento al verme devorado por este cielo colosal.
El silencio de las callecitas de tierra te atormentan al principio.
Aun traigo el apuro propio de las ajetreadas tardes porteñas, caminando dos pasos en uno y realmente no se porque, costumbre, inercia, rutina.
Recién pasados unos días logre que mis ojos se despertaran después de la hora en que suena la alarma en mis días laborales.
Me fascina sentarme a desayunar cerca de la ventana, observar a las mujeres desarropadas de tanto maquillaje, libres y auténticamente sonrientes.


“…respiro hondo y tomo el vino
No te asustes si grito como un loco,
Es necesario que a veces sea así
Será la vida que siempre nos pega un poco
Nos encandila con lo que esta por venir…”



Es costumbre sentirme un poco ajeno a este tipo de lugares. Formo parte de los apurados de aquellos que caminan o pretende ir varios pasos antes que el horario.
Salir pensando que llegas tarde. frustrado al ver que no llegas a horario al subte, ideas combinaciones raras colectivo, escaleras mecánicas, tren. A eso le llamamos vivir.
¡Que ironía!
Las grandes urbes tienen eso. Mal vivir.

Descanso. Vacaciones. Desarreglo en horarios.
Podría afirmar que la monstruosidad que me socavaba la tengo casi comiendo de mi mano.

3 comentarios:

Javiera. dijo...

Concuerdo con lo del mal vivir de los grandes urbes. Saludos.

Javiera. dijo...

las*

Anónimo dijo...

Es muy cierto lo que dices... será por eso que a veces me da por enamorarme de ciudades tranquilas, y en mis sueños, suelo viajar hasta allá =)
Un abrazo!