lunes, 12 de enero de 2009

pasado y presente


Uno o dos días a la semana me toca ser amable conmigo mismo soy mi único compañero. Puedo decir que a veces me desconozco un poco al verme, me veo feliz, completo, resuelto, calmo cosa que no fue muy habitual en mi persona.
Quien me conoce, lo suficiente, sabrá que soy un tanto escueto de palabras, adorador de las tardes con las ventanas abiertas y cortinas que intentan salir a volar, que hablo y mucho pero con mi piano, que guardo y resguardo mis amistades pero ante todo siempre me caracterice por ser un “perro” solitario, sin pretensiones de hacer raíces en ninguna parte en especial, egoísta ,si, puede que se vea de ese modo aunque les diré que es tan solo una manera lastimera y controversial de no salir siempre por la puerta de atrás cantando bajito.
Recuerdo que hasta algunos meses atrás pasaba más horas trabajando que viviendo creo que había por muchos motivos optado por no mirar para los costados.
La soledad créanme que a veces lastima menos que algunas palabras o que un ultimo portazo.
Al principio de este texto dije que uno o dos días de la semana me toca ser amable conmigo mismo es cuando me quedo de guardia y dialogo con todo mi pasado y me delito con todo mi presente. Un presente que la tiene a ella.
Ella que hace de mi vida un lugar digno de saborear.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es increíble cómo "Ellos" hacen de nuestra vida "algo digno de saborear"... me gusta pensar que nos dan el color y la pizca de felicidad que necesitamos, que llenan los espacios vacíos de nuestra alma y nos ayudan a sintonizar mejor con todo =)

Un abrazo!